14/7/07

La vida es cambio

Esta mañana leí algo con sentido. Me recordó una larga charla por mail que sostuve hace unos días con una amiga. Lo escribió la antropóloga Patricia May, columnista de varios medios nacionales.

“El miedo es una de los estados sicológicos más frecuentes en las personas. Miedo al futuro, a los otros, al cambio climático, a quedar sin trabajo, a enfermarse, a ser abandonado, a emprender nuevos desafíos, a la muerte de nosotros o nuestros seres amados. O sea, miedo a la vida como es, impredecible.

Muchos construyen sus vidas desde el miedo, tomando decisiones y eligiendo caminos para que nada les ocurra; sin embargo, esto se convierte en una tortura, porque la vida con su fuerza creativa e impredecible se nos cuela por todos los costados y nos toca donde menos lo esperábamos. Las vidas construidas desde el temor son chatas, sombrías, apretadas. Más que fundarse en la alegría de ser y crear, se centran en el temor a los riesgos que inevitablemente conlleva el vivir.

Alegría y dolor, tiempos estables e inestables, claridad y confusión, nacimiento y muerte, logro y frustración, son inevitables. ¿Por qué, entonces, vivir tomando caminos que nos eviten el vivir?, ¿para qué educar a los niños en sistemas que los hacen infelices con la tensión y la sobreexigencia si ello no asegura felicidad a futuro?, ¿para qué elegir profesiones que no son nuestro camino de realización personal para asegurar una posición económica?

Tomar decisiones o caminos por miedo es vivir en la utopía de que mantendremos las cosas controladas y de que el dolor o la inestabilidad no nos tocarán; sin embargo, no hay forma de controlar la mayor parte de los acontecimientos, no es posible tener la vida amarrada; muchas veces las cosas no se desarrollarán de acuerdo con lo esperado y el tiempo nos irá trayendo, inevitablemente, sorpresas.

Ante esto sólo nos queda la actitud de apretarnos más y más, o simplemente soltar y entregarse a una actitud de confianza total en la vida.

No la pequeña confianza que tiene que ver con que todo resulte de acuerdo con nuestras expectativas, sino la confianza con mayúscula, la confianza incondicional que responde a un diseño, a un bien mayor que nuestra conciencia no alcanza a comprender, pero nos lleva a intuir que todo tiene un sentido, que aún lo que nos disgusta o nos duele está allí generando evolución, expansión, aprendizaje.

Esta confianza radical nos lleva a vivir abandonando las expectativas y deseos obsesivos y nos abre a la posibilidad de entregarnos alegremente al momento, a disfrutar de lo que está dándose y a caminar emprendiendo aquello que nuestra alma nos impulsa a realizar sin estancarnos o detenernos por los temores a los resultados o a los cambios.

La confianza radical implica dejar de rechazar los momentos de crisis, cambio, confusión o dolor como algo malo y simplemente permitir que estos nos traigan su regalo. La vida plena y con sentido es para los valientes, para los que se atreven a abrir caminos, a cambiar, a esforzarse por expresar la vocación personal, aun cuando nadie nos pueda asegurar que todo resultará perfecto.

¿Qué hubiera sido de la historia si Beethoven, o Van Gogh, o Mandela, o Gandhi hubieran dejado su vocación por vivir vidas seguras y protegidas?

Para la pequeña visión puede incluso parecer que fracasaron; sin embargo, desde la visión del alma dieron a luz a su ser, confiando completamente en su impulso interior”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

quién es patricia may? es lindo el texto...

Anónimo dijo...

Es una antropóloga bien interesante, estudió en la univ de Chile y su trabajo se centra en el sentido de la vida y las tradiciones espirituales de distintas culturas. Es autora de varios libros y columnas sobre el tema. la conozco bien porque leí un libro suyo: "todos los reinos palpitan en Ti", te lo recomiendo.

Anónimo dijo...

QUÉ BUEN POSTTTTTTTT...!!!!!!!!!!!!!!!!! DILE A LA ANTROPÓLOGA QUE DESDE HOY ES MI ÍDOLA